Besalú
La villa condal de Besalú conserva un conjunto patrimonial judío único en Catalunya: un micvé del siglo XII y vestigios de una sinagoga, fechada en el siglo XIII. En el año 1966, Besalú fue declarada conjunto histórico y artístico nacional. Desde entonces han sido muchos los hallazgos realizados y magnífica la recuperación patrimonial desarrollada. Sus calles medievales de trazado irregular y adaptadas a la orografía de la ciudad, los arcos, las escaleras, las casas de piedra, las tiendas que abren todo el año para ofrecer al viajero los productos artesanales de la comarca, el soberbio puente románico por el que se accede al núcleo urbano superando las aguas del Fluvià..., todo en Besalú guarda el encanto de un tiempo en el que esta hoy pequeña población de la Garrotxa gerundense fue plaza fuerte y cabeza de un condado próspero y poderoso, cuyos médicos judíos gozaron de una fama internacional y cuya aljama, al amparo de los condes, llegó a constituir posiblemente entre un diez y un quince por ciento de su población.
Emplazada en lo alto de un monte, en la confluencia de los ríos Fluvià y Capellades (su propio nombre en latín, Bisuldunum, indica su situación como fortaleza entre dos corrientes fluviales), Besalú fue un lugar estratégico ya desde tiempos de los celtas y los íberos, con señales de habitación desde el siglo VI antes de Cristo. Durante más de un siglo, desde la muerte de Wilfredo el Velloso en el 902, hasta la muerte de Bernardo III en 1111, cuando pasó a la Casa de Barcelona, Besalú constituyó la cabeza de un condado independiente de gran prosperidad, como recuerdan los bellos edificios románicos que han llegado hasta nuestros días.
Comúnmente se admite que los judíos llegan a Cataluña en la Alta Edad Media, en un primer contingente de entre diez y doce mil personas, es decir, entre un cuatro y un siete por ciento de la población catalana de aquel momento. Al lado de las grandes aljamas de Cataluña, como las de Barcelona (con más de cuatro mil personas) y las de Girona (con unas mil), Besalú constituyó una pequeña comunidad de unas cien o ciento cincuenta personas, lo que no impidió que su judería fuera una de las de referencia en el medioevo.
Los judíos se instalaron en el condado de Besalú a partir del siglo IX, pero no encontramos documentación escrita de su presencia hasta el siglo XIII.La noticia más antigua es de 1229, cuando el rey Jaime I el Conquistador hace saber a los judíos de Besalú y de Girona que a instancias del cardenal legado del papa Gregorio IX y a petición del obispo gerundense Guillem de Cabanelles, se prohíbe a los notarios extender contratos de préstamo con interés del veinte por ciento, so pena de multa del doble de la suma contractual, al tiempo que prohíbía a los judíos cohabitar con los cristianos. A partir de este momento, encontramos referencias continuas de los judíos de Besalú, de la sinagoga, de los alcaldes y los funcionarios judíos. Los judíos ocupan cargos oficiales en la ciudad y en la judería en particular, como bailes y secretarios de la aljama: en 1274 lo era Cresques Perfet, y diez años más tarde, Belshom Leví, Benveniste Zabarra y Vidal Tauler.
Hasta el siglo XIV, la judería de Besalú estaba representada por los secretarios de la aljama de Girona, aunque en alguna ocasión llevó a cabo su representación un secretario propio, como en 1326 en que se habla de los secretarios de la aljama de Besalú, sin dar sus nombres, aunque sí los de muchos miembros de aquella comunidad, como Caravita de Porta, Caracuasa Mair, Isjaq Astruc, Vidal de Moneéis, Vertzelay Benvenist, Salomó Graciaà, Astruc Zarc, Bonjuha Cavaller hijo de Astruc Maimó y de Biona Bonjuha, que se comprometen ante el portero del Infante don Alfonso a pagar a la aljama de Besalú lo que les correspondiera en la talla.
Los nombres de los judíos de Besalú son tan característicos que parecen tener identidad propia: su judería estuvo formada por familias de larga trayectoria y tradición en los condados limítrofes desde el siglo XIII. Apellidos judíos de Besalú se pueden rastrear todavía hoy en Israel: Balmanya, Moshé Besalú, Carcassona, Vides Durán... Fueron frecuentes en la primera mitad del XIV los apellidos Benet, Alatzar, Pairusa, Salomó Abraham, Piera y Goer, y sobre todo los Benvenist y los Bonastruc Vital, Bonastruch Mercadell o los Bonsenyor y Bonfill Bondía.
El 4 de octubre de 1264, Jaime I el Conquistador otorga un privilegio a la comunidad judía de Besalú para construir la sinagoga. En los documentos hallados se relaciona constantemente la sinagoga de Besalú con la la plaça dels jueus, o plaza de los judíos, y se la sitúa en la misma o en un lugar cercano. La sinagoga fue descubierta en el año 2005 junto al micvé, en el actual Pla dels Jueus.
La comunidad judía de Besalú tuvo un gran crecimiento hasta mediados del siglo XIV, proceso favorecido por las inmigraciones de judíos procedentes de Al Ándalus y de Francia, de donde fueron expulsados en 1306. La población de la judería se estimaba en unas 300 personas. Se trataba de una comunidad bien estructurada, con ordenanzas y privilegios semejantes a los de los judíos de Girona. Esta situación, hizo que finalmente, Besalú creara una colecta propia en el año 1342. En este año el rey Pedro IV ordenó que:
La aljama dels jueus de Bisulda e los singulars daquella sien tots temps separats dela cullita dela dita aljama dels juheus de Girona.
Es decir, el rey concedía a los judíos de Besalú el derecho de constituirse en una entidad propia independiente de la aljama de Girona. Antes de esa fecha, todos los asuntos de Girona repercutían en Besalú. Desde ese momento, la cullita de Besalú extendería su influencia a los núcleos de población judía de sus alrededores que, por su escasa entidad, no tenían consideración jurídica propia. Fue la época de mayor esplendor y dinamismo religioso y civil de la ciudad. La judería de Besalú estaba en contacto con todos los judíos de Catalunya e incluso con aljamas del resto de Europa. La ciudad cobró fama con el prestigio de sus médicos judíos, conocidos no sólo como buenos físicos sino como gente entendida en la vida comercial y en la actividad prestamista. De hecho, en Besalú la medicina fue una profesión característica como se desprende de una lista de judíos que la ejercieron a lo largo del siglo XIV y cuya reputación traspasó fronteras.